Bisutería en larimar o ámbar, bolsas tejidas a mano, sombreros de cana, llaveros de jícaras de coco… la variedad de la artesanía dominicana viene en todos los tamaños, colores y texturas, con una oferta fuertemente encadenada con el turismo.
Milcíades Mercedes lo testimonia: incursionó en la creación de esculturas talladas en madera hace ya más de 15 años como un “pasatiempo” en Miches.
Sus obras, inspiradas en la mitología taína, tomaron otro rumbo con la construcción de hoteles en esa zona, logrando acuerdos de negocio para suplir con piezas artesanales a complejos como Viva Miches by Wyndham Resorts y Zemi Miches All-Inclusive Resorts, aún en desarrollo.
“Eso ha permitido llevar nuestra cultura de Miches (a los hoteles), pero también es un flujo económico para nuestras familias, que ya se están beneficiando de ese desarrollo”, manifestó.
Mercedes comenzó como la gran mayoría de artesanos: realizando piezas por encargo, en menor escala, para suplir a clientes externos o a otros vendedores.
Y de esto último sabe Fausto Jiménez, un comerciante que “echó los dientes” en el Mercado Modelo, que hasta hoy se mantiene como un centro turístico y artesanal concurrido por los visitantes.
De su compra a artesanos y suplidores de Barahona, San Cristóbal y Santo Domingo depende su tienda de regalos en este mercado desde que decidió dejar atrás los víveres y las frutas, en 1984, para ofrecer joyería en ámbar y larimar, así como llaveros, sombreros, bultos y pequeñas esculturas hechas en cana, jícara de coco o madera, debido a su demanda por los visitantes.
“Yo vivo del turismo, por donde quiera que se le mire”, afirmó Jiménez, sin titubear.
El turismo es el principal demandante de piezas artesanales de todo tipo, constituyéndose como la principal fuente de ingresos de artesanos y vendedores.
Un censo realizado por la Dirección Nacional de Fomento y Artesanía (Fodearte) registra que hay 1,697 personas que se dedican a esta actividad en la República Dominicana, pero la cantidad de artesanos activos reales podría oscilar entre los 16,000 a los 30,000, estima el director del Centro Nacional de Artesanía (Cenadarte), José de Ferrari.
“La artesanía no debería depender enteramente del turismo, pero ahora mismo está dependiendo del turismo, y eso es muy importante”, puntualizó.
Venta de souvenirs
Aunque no existen datos concretos sobre el valor agregado de la artesanía a la economía dominicana, sus negocios forman parte del tejido productivo que conforman las industrias creativas.
El consumo de bienes y servicios provenientes de estas empresas fue de 107,628 millones de pesos, representando el 1.6 % del producto interno bruto (PIB), según la Encuesta Nacional de Consumo Cultural (ENCC) del Banco Central de la República Dominicana (BCRD) en 2024.
De igual forma, no hay una cifra exacta sobre cuánto dinero mueve el turismo a favor de la artesanía, pero el gasto promedio de los visitantes ofrece un punto de partida para analizar la derrama económica de un sector sobre otro.
El año pasado, llegaron 11,192,047 visitantes que, durante su estadía en la República Dominicana, gastaron en promedio 167.75 dólares al día. Esto, en el caso de los 8,535,732 pasajeros que ingresaron vía área, representa un impacto de hasta 1,342 dólares semanales durante una estadía promedio de ocho noches.
Una parte de este gasto se destina a la compra de regalos que, en muchos casos, se tratan de productos artesanales.
- En el 2023, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) estimó que, de cada 100 dólares diarios que gastó un turista durante su visita en el país en ese año, apenas 6.19 dólares se invirtieron en la compra de regalos. Esto así, porque el mayor gasto de los turistas (73.17 dólares) se destina a alojamiento, comidas y bebidas.
Aunque los cruceristas apenas duran unas horas en los destinos que visitan, estos gastan hasta nueve veces más dinero para comprar un regalo que un turista tradicional: unos 59.27 por cada 100 dólares.
“Este es un mercado (el de turismo de cruceros) que se debe de fomentar”, observó Ferrari, tras indicar que las provincias con terminales portuarias turísticas representan un nicho potencial para los artesanos.
La competencia desleal de la artesanía falsa
Ni todas las artesanías son turísticas, ni todas las artesanías turísticas en las tiendas de regalos son locales.
Aramis Ciriaco Green, un artesano puertoplateño con más de 50 años dedicado a la fabricación de artesanía funcional, de uso personal y del hogar, asegura que la importación de productos industrializados que se hacen pasar por piezas hechas localmente generan una fuerte competencia desleal en los polos turísticos que necesita ser regulada.
Agregó que hay productos que se importan desde países como China, Haití, Perú, Ecuador, Ghana, Taiwán o Indonesia. “Más del 80 % de la artesanía que se vende en los gift shops de los polos turísticos es artesanía traída de diferentes espacios del mundo”, lamentó.
Esto se debe a que los artesanos requieren de más financiamiento y formación técnica para ser competitivos. “De Indonesia vienen artesanías hechas con calidad total. Si una pieza igual en República Dominicana cuesta, por ejemplo, 100 pesos, la que viene de Indonesia usted la encuentra a menos de 25 pesos”, aseveró.
Los productos hechos a mano no son bienes importables, porque representan la identidad cultural de los pueblos y, generalmente, están disponibles para su venta en la comunidad que las origina. Por tanto, todos los productos manufacturados en los que se ha usado algún proceso de industrialización para acelerar su reproducción se conocen como artesanías falsas.
Indicó que debería haber alguna ley que garantice que el 70 % de los productos confeccionados a mano sean hechos en la República Dominicana, y el 30 % restante sean importados.
Para Carlos Báez, vocero de la Asociación de Comerciantes del Mercado Modelo –un gremio que agrupa a 150 vendedores, entre ellos artesanos–, evitar la llegada de productos foráneos es imposible debido al libre mercado.
Sin embargo, entiende que cada artesano hace lo mejor posible para ofrecer una mercancía autóctona y fomentar a los turistas la apreciación de obras de calidad hechas localmente e indicó que, en el caso del Mercado Modelo, las importaciones no afectan la venta de artesanía local en el lugar.
Capacitación y asociatividad, claves para el desarrollo
La organización de los artesanos, la formación continua y el financiamiento son tres aspectos que ayudarán a esta actividad a fortalecerse, sacando aún más provecho de su vinculación con el turismo.
- Los artesanos se encuentran entre las ocupaciones que más necesitan adquirir nuevas habilidades, según el 66.3 % de las empresas que participaron de la Encuesta Nacional de Actividad Económica publicada este año por la Oficina Nacional de Estadística (ONE). El informe resalta que la destreza manual es la habilidad más demandada por el 56.4 % de las empresas que trabaja con artesanos, obreros u operarios.
Como una institución adscrita al Ministerio de Cultura, Cenadarte funciona como una escuela especializada para jóvenes y adultos que quieren aprender a trabajar cerámica, madera, papel maché, jabones, velas, resinas y fibras naturales.
De Ferrari explicó que, más allá de la formación técnica, se ofrecen herramientas de diseño, uso de redes sociales y principios básicos de mercadeo, para que los artesanos posicionen sus productos en feria.
Además de los talleres que se ofrecen a través de instituciones públicas como Cenadarte, existen iniciativas privadas que incentivan a que más personas se conviertan en artesanas.
Este es el caso del Taller de Artesanas Nuestra Señora de Punta Cana, un proyecto de la Fundación Grupo Puntacana que busca dotar de conocimientos y habilidades técnicas a mujeres de comunidades vulnerables de la zona turística de ese municipio, en la provincia La Altagracia.
El programa ha impactado a 215 mujeres, quienes han aprendido a confeccionar carteras, accesorios, souvenirs, adornos y otros bienes artesanales que se hacen con materiales reciclables. Solo en fundas plásticas, las artesanas llegaron a usar hasta 391,080 unidades para la confección de diversos productos, reduciendo su contaminación y preservando el ecosistema marino.
Estos productos, a su vez, son luego puestos a la venta en ferias y exposiciones, así como en tiendas del Aeropuerto Internacional de Punta Cana, en hoteles del Grupo Puntacana y en el Centro Cultural Eduardo León Jiménez, asegurado ingresos de hasta 2 millones de pesos al año a las mujeres miembros de este taller.
La organización de los artesanos también es un factor muy necesario para asegurar su desarrollo. Fodearte apenas registra 10 agrupaciones a nivel nacional, lo que indica que falta una mayor articulación del sector en el país.
Una vez logró trabajar en conjunto con la Asociación de Hoteles y Turismo El Seibo-Miches (Promiches), Milcíades Mercedes se animó a constituir una asociación de artesanos en su municipio que, por ahora, cuenta con 15 miembros.
“La asociación está trabajando en conjunto con el grupo de inversionistas de Promiches (…), tratando de volver a integrar a los artesanos a este mundo, a lo que ellos hacen. Tenemos inscripciones abiertas y los estamos invitando, porque el objetivo nuestro es llevarle a los hoteles productos de Miches”, expresó.
Con sus retos y tareas pendientes, la artesanía dominicana continúa siendo un sector potencial que, además de preservar lo mejor de la cultura local, la pone a disposición de quienes mejor la han sabido apreciar por excelencia a lo largo de los años: los turistas.
Fuente:
diariolibre.com