“La educación es, ante todo, una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite de generación en generación”, dijo el papa Francisco en 2020, en el marco de la concretización del Pacto Mundial por la Educación.
Esta creencia de la Iglesia, de que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia, puede ser uno de los factores que influyen en que el país tenga un número importante de centros educativos católicos.
De los 10,567 centros educativos a nivel nacional, solo los afiliados a la Unión de Escuelas y Colegios Católicos (Unecc) superan los 250, representando cerca del 85 % del total a nivel nacional con filosofía católica.
Pero, ¿qué tan significativa es la enseñanza católica en el país?
Pese a que en el sistema educativo preuniversitario los centros deben seguir un lineamiento común, existen diferencias entre ellos.
La educación católica se caracteriza por instruir en la filosofía y la fe cristiana, aunque siguiendo el currículo establecido por el Ministerio de Educación (Minerd), destaca el padre Nelson Acevedo, encargado de la Pastoral Educativa de la Conferencia del Episcopado Dominicano.
A diferencia de los centros laicos, los católicos buscan integrar los valores religiosos en sus estudiantes. En el caso de las escuelas públicas católicas, que tienen un convenio con el Minerd, funcionan bajo un modelo de cogestión entre la Iglesia y el Ministerio.
En este esquema, el clero funge como administrador y se encarga de gestionar los recursos, sugerir docentes adecuados para la formación de los estudiantes y velar por la estructura de los planteles.
Algunos de los colegios católicos más conocidos son el Loyola -de donde es egresado el actual presidente Luis Abinader-, el Dominicano de La Salle, el Calasanz, el San Judas Tadeo, el Episcopal San Marcos, el Parroquial Nuestra Señora de Lourdes y el San Pío X.
También están las escuelas cogestionadas por la fundación Fe y Alegría, la cual administra, junto con el Minerd, 62 centros educativos públicos.
Otra figura importante de la política que egresó de un centro católico es la actual vicepresidenta Raquel Peña, quien cursó sus estudios primarios en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús y posteriormente la secundaria en La Salle.
También se destacan el ministro de la Presidencia, José Ignacio Paliza; la alcaldesa del Distrito Nacional, Carolina Mejía, y el exministro de Obras Públicas y aspirante a la Presidencia, Gonzalo Castillo.
Los beneficios
En 1954, el Gobierno, encabezado en ese entonces por el dictador Rafael Leónidas Trujillo, y la Santa Sede firmaron un tratado conocido como el Concordato, en el que, además de establecer la región católica como la oficial del país, se sentaron las bases para la educación en esta fe.
No obstante, aunque el Concordato sigue vigente, el padre Nelson Acevedo indicó que este no tiene que ver directamente con el acuerdo de los centros educativos católicos con el Estado para gestionar los planteles.
El modelo de educación católica promueve la integración de los padres y la sociedad civil en la escuela y busca evitar que predomine el criterio de la política partidista.
“Hay una incidencia dentro de la escuela por parte de los partidos políticos, que se manifiesta a través de la ADP (Asociación Dominicana de Profesores). Nosotros no estamos en contra de la ADP, estamos colaborando con ella, pero el criterio fundamental es que se imparta docencia”, expresa el padre Acevedo.
Destaca que muchos quieren inscribir a sus hijos en un centro católico por la garantía de seguridad y orden que ofrecen. “No porque seamos mejores que otros, sino porque aseguramos un ambiente seguro para los niños y cumplimos con los procesos que establece el Ministerio de Educación”, dice.
Madres de estudiantes en colegios católicos señalan que prefieren este tipo de educación porque practican esta fe. Sostienen que estos centros priorizan la enseñanza en valores y la disciplina, además del cumplimiento del currículo escolar y el nivel de la formación docente.
Califican como positivo que el centro les dé importancia a la integración de los padres y a la disciplina del alumnado, subrayando la calidad en la formación humana y académica, así como el cuidado en la selección de los docentes.
“La opción de inscribir a mis hijos en un colegio católico era fundamental, ya que crecí en ese mismo ambiente y asisto con mis hijos a la Iglesia católica. Como madre, me interesa que dentro de su escuela no solo les enseñen los conocimientos cognoscitivos, sino que también les enseñen y les transmitan la fe. Que les eduquen sobre los conocimientos de la iglesia, sobre el amor a Dios, a la Virgen María”, expresa Darhiana Peña, una de las madres.
Verónica Rosario, quien estudió en una escuela de Fe y Alegría, resalta que, pese a no tener afinidad religiosa, el centro educativo la motivó a conocer la fe católica y a participar en las actividades, sin sentir que era una imposición compartir la religión. También valoró los buenos maestros y la disciplina en el centro.
La educación salesiana
Otro sistema educativo que forma parte de la educación católica es el salesiano, cuya filosofía se basa en la misión de Don Bosco y busca el desarrollo integral de los jóvenes, la evangelización y la solidaridad.
Algunos de los centros educativos conocidos de esta rama son la Escuela Salesiana San José, el Colegio Salesiano Sagrado Corazón de Jesús y el Instituto Agronómico Salesiano.
Los salesianos también organizan los Juegos Salesianos, una competición deportiva con disciplinas como atletismo, ajedrez, baloncesto, béisbol, fútbol, fútbol sala, tenis de mesa y voleibol.
En su edición del 2025, participaron 4,000 atletas y entrenadores. Los ganadores fueron Moca en primer lugar, la delegación de Santiago en el segundo y Villa Juana en la tercera posición.
Su pasado, presente y futuro
En la historia de la educación católica en el país se habla más de la creación de universidades o centros de estudios superiores en la época colonial, como es el caso de la Universidad Santo Tomás de Aquino, fundada en 1538 por los dominicos, ahora conocida como la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
En el ámbito preuniversitario, el libro “Autoridad para educar: Historia de la escuela católica dominicana”, del autor José Luis Sáez, habla sobre la creación del Colegio Gorjón, cerca de 1538, un centro educativo religioso que terminó de erigirse en una propiedad de un hacendado llamado Hernando de Gorjón, cuya visión era construir un centro de estudios.
Posteriormente, esto se convirtió en una universidad.
También habla de que en 1620 los franciscanos y los mercedarios (ordenes católicas) abrieron una escuela de gramática y una cátedra de Teología Moral en un convento de Santo Domingo.
Posteriormente, con la independencia de Haití en 1844, la educación sufrió cambios y el Estado intentó establecer su control. Sin embargo, la Iglesia siguió desempeñando un papel clave, fundando colegios y defendiendo la educación moral y religiosa.
En el siglo XX aumentó el número de escuelas católicas en respuesta a las necesidades educativas del país. Se crearon entidades como el Instituto de Señoritas Salomé Ureña y otras iniciativas privadas.
En 2018, un grupo de 127 centros educativos de la Iglesia católica, pasaron a la modalidad pública, entre los que se encuentran los planteles: El Rosario, de la congregación Misioneras Dominicanas del Rosario, en Higüey; Padre Arturo, de las Misioneras Dominicanas en Monte Plata; Centro Socio-Educativo Madre Asunción.
Además del centro de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Jesús en Santo Domingo; la Inmaculada, de las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza en San Pedro de Macorís; y Virginia Pou, también de esta congregación en San Pedro de Macorís, entre otras.
Posteriormente, en 2022, el Minerd y la Iglesia católica, a través de la Arquidiócesis de Santo Domingo, firmaron ocho acuerdos particulares para la cogestión de 17 centros educativos.
Fuente:
diariolibre.com